¿Y si nos vamos anticipando de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza?
¿Y qué?
¿Y qué me das a mí, a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia en épocas remotas,
cuando yo no era yo sino una niña engañada por su sangre?
¿A qué, a qué
este deshacerme,
este desangrarme,
este desplumarme,
este desequilibrarme
si mi realidad retrocede como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan, hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas en el pecho,
este arrancarse la cabellera a puñados,
este escupirse a los propios ojos,
sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy?
¿Verdad que sí?
¿No es verdad que yo existo y no soy la pesadilla de una bestia?".
Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta de sucios y hermosos velos, pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes de imbécil soberbia tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.
Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza.
¿Y qué?
¿Y qué me das a mí, a mí que he perdido mi nombre,
el nombre que me era dulce sustancia en épocas remotas,
cuando yo no era yo sino una niña engañada por su sangre?
¿A qué, a qué
este deshacerme,
este desangrarme,
este desplumarme,
este desequilibrarme
si mi realidad retrocede como empujada por una ametralladora
y de pronto se lanza a correr,
aunque igual la alcanzan, hasta que cae a mis pies como un ave muerta?
Quisiera hablar de la vida.
Pues esto es la vida,
este aullido, este clavarse las uñas en el pecho,
este arrancarse la cabellera a puñados,
este escupirse a los propios ojos,
sólo por decir,
sólo por ver si se puede decir:
"¿es que yo soy?
¿Verdad que sí?
¿No es verdad que yo existo y no soy la pesadilla de una bestia?".
Y con las manos embarradas golpeamos a las puertas del amor.
Y con la conciencia cubierta de sucios y hermosos velos, pedimos por Dios.
Y con las sienes restallantes de imbécil soberbia tomamos de la cintura a la vida
y pateamos de soslayo a la muerte.
Pues esto es lo que hacemos.
Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario